Me gustaría compartir con vosotros una
cuestión que enfrenta cambio climático y desarrollo económico, y que me parece
interesante plantear en este blog por las enormes repercusiones que puede tener
sobre el transporte internacional de mercancías. Concretamente, me refiero a las
consecuencias -no tan negativas,
según algunos puntos de vista- que
podría tener el deshielo del Ártico, y su impacto sobre la logística mundial.
Existe en la actualidad un debate
creciente, y polémico, sobre los hipotéticos “beneficios” ligados al
calentamiento global. Mientras investigaciones de todo tipo han puesto de
manifiesto los perniciosos efectos que las emisiones contaminantes tienen sobre
el planeta, desde algunos sectores se comienzan a analizar las oportunidades
que se abren para la economía global derivadas del cambio en las condiciones
climáticas. Es la cara B del problema medioambiental.
Uno de ellos está directamente
relacionado con el transporte internacional. Estudios realizados muestran que a
mediados de siglo el Océano Ártico, ahora intransitable por el hielo, podría
ser navegable de forma regular para grandes buques de mercancías. Esto probablemente
se traduciría en una profunda transformación de la logística que afectará a la
economía global, y especialmente a algunos países y regiones. Atravesar el Ártico
por las diferentes rutas que se espera que estén disponibles -pero que aún
apenas se usan o son impracticables- supone una alternativa más corta y rentable para muchas operaciones.
Esta “alternativa ártica” beneficiará
especialmente a actores como Rusia o China y, por supuesto, a muchísimas
empresas que operan en el sector exterior. Por ejemplo, se estima el tiempo de
tránsito entre estos países y Europa podría reducirse en un 30%, lo que haría
caer los gastos en las operaciones internacionales. Además, se evitaría pasar
por el Canal de Suez, y con ello una zona especialmente problemática desde el
punto de vista de la seguridad (piratería y tensiones políticas).
A esto hay que añadir las enormes
posibilidades de desarrollo e inversión vinculadas a la consolidación de esta
ruta alternativa. Por eso algunas instituciones, especialmente las de Rusia, que tienen mucho que ganar, se están volcando y ya han
lanzado numerosos proyectos. (http://mun.do/Q4EmWZ, http://bit.ly/YNqNzw)
En un mundo globalizado las
repercusiones de una transformación de estas características llegan a todo el
planeta. España se vería afectada, y probablemente de forma negativa. El Puerto
de Valencia se beneficia especialmente de las actuales rutas que comunican Asia
y Europa. Sin embargo, a medio plazo (se estima que las rutas por el norte ya
serán comercialmente viables en 2016), esta posición puede verse seriamente
amenazada por la alternativa ártica. (http://bit.ly/12ZsIBG).
Como profesional, puedo entender los beneficios económico que pueda conllevar dicha ruta, pero tengo que ponerme la máscara más "verde" que tengo para entender esta noticia como algo malo.
ResponderEliminarSi bien es cierto que entre los ahorros de esta medida está la reducción de emisiones, no es menos cierto que se desconoce totalmente los efectos que ese tráfico comercial supondría sobre la fauna y entorno de una parte del planeta (de las pocas) que todavía no está muy explotada.
Solo esperemos que las decisiones que se tomen tengan en consideración el daño que se podría causar (a nivel ecológico) y que no solo se viese el rendimiento económico.